La micologia
Hablar de Soria y decir otoño, es pensar en setas.
Soria es sinónimo de poetas, de naturaleza, de pequeños pueblos, de románico, de río Duero… y también de buen comer. Y de su gastronomía, la micología acapara toda la atención, especialmente estos meses de noviembre y diciembre. Porque Soria es el paraíso de las setas y de los hongos. Un territorio que ha vivido y sigue viviendo de lo que la tierra le ha dado y, en este sustento, siempre ha estado presente la exquisitez del mundo fungi.
En los prados, pastos, pinares y bosques de ribera sorianos podemos encontrar hongos comestibles en cualquier época del año. No en vano, esta provincia, además de Destino Micológico, es uno de los grandes productores de España. En sus campos se han llegado a catalogar más de 150 variedades de hongos silvestres, de los que alrededor de 50 son comestibles.
Tras las lluvias, cuando los bosques se tiñen de amarillo dorado y rojo fuego, es el momento perfecto para apreciar el sabor a pinar de los níscalos, la suavidad de textura de los boletus (la reina de la micología), las exquisitas amanitas cesárea, los delicados cantarelus o angulas de monte –aquí conocidas como rebozuelos–, las finas setas de cardo, la curiosa seta de pie azul o las delicias negras de las trompetillas de la muerte.